OLFATO
El
olfato es el más sensible de los sentidos, ya que unas cuantas moléculas –es
decir, una mínima cantidad de materia– bastan para estimular una célula
olfativa. Detectamos hasta diez mil olores, pero como las estructuras
olfativas, al igual que el resto de nuestro cuerpo, se deterioran con la edad,
los niños suelen distinguir más olores que los adultos.
Además
de advertirnos de peligros como el humo y los gases tóxicos o venenosos, el
olfato contribuye con el gusto, estimulando el apetito y las secreciones
digestivas.
La
nariz es el órgano por el cual penetran todos los olores que sentimos desde el
exterior. Es un cuerpo saliente del rostro, ubicado entre la boca y la frente,
por debajo de la cavidad craneana.
El
olfato está relegado al fondo y a lo alto de la nariz, cuyo interior está
constituido por dos cavidades, las fosas nasales, separadas por un tabique.
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